Quedarse fue su
opción
Dos venezolanas, que a pesar de la pérdida de un cercano, seguirán
luchando por el país que desean
Un viernes por la tarde con el característico
calor de la Güaira, opacado por el aire acondicionado del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, se encuentra Aimeé Bolívar despidiendo a su madre Mairyn Vilachá. Cruzando por la obra de Carlos Cruz Diez, Mairyn ruega que con este viaje logre
proporcionarle un mejor futuro a ambas.
Aimeé Bolívar hace 5 años tuvo que despedirse
de su padre, aunque estaba acostumbrada a
verlo viajar constantemente, no esperaba que esta
vez fuera la definitiva. Ahora la manera de mantener contacto es
muy distinta: ¨Nunca lo he visto muy seguido, cuando era pequeña viajaba mucho; pero
ahora vive en Panamá y tiene dos hijos. Hablo muy poco con ellos, a veces mi
papá llama por teléfono o cuando tenemos tiempo por Skype¨.
En su cumpleaños o festividades la
felicitan por teléfono, aunque en ocasiones, el papá le paga un boleto para que lo visite. Ahora que su mamá también se fue se pregunta: “¿Cómo será pasar los momentos importantes y las navidade sin ella?” y agrega que cada vez que la
recuerda o se llaman por Skype ambas terminan llorando.
“La partida de mi mamá me duele mucho
más porque siempre he vivido con ella, no con mi papá. Acepté que se fuera porque
va en busca de un mejor futuro para las dos. Me quedo en Venezuela porque quiero graduarme,
valerme por mí misma; además aquí nací y no me veo en otro país. Aunque es difícil ir a
la universidad sin un ´te deseo suerte´ o ´cuidado cuando vayas por ahí´”.
Aime Bolívar en la casa de su abuela, allí se la pasa los fin de semana (Foto sacada por Diolinda Da Silva) |
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Al lado del puente de la avenida
Roosevelt se encuentra un edificio viejo de 9 pisos y de color marrón en el que, al final del pasillo en el piso tres, vive Cindy Figueira en un pequeño apartamento de dos habitaciones. Tiene 20 años de edad y es estudiante de Derecho de la Universidad
Metropolitana.
En la sala del pequeño apartamento se
encuentra Cindy, sentada en una silla y con voz temblorosa habla de cómo perdió
a su padre cuando dos malandros entraron a robar en el negocio donde trabajaba.
¨Mi papá murió cuando yo tenía dos años, he crecido con ese odio por dentro, no
me dejaron conocerlo. El único recuerdo que tengo de él es una foto pegada en la pared, me
costaba creer que otras personas estuvieran con sus papás y yo no tenía al mío conmigo¨.
Al lado de ella se encuentra su madre, Irene
Ramos, que por muchos años tuvo que hacer el papel de madre y padre. Apenas
murió su esposo, empezó a trabajar en el mercado de San Martin para sustentar a
sus hijos; pero hace doce años tuvo que abandonar su trabajo por un fuerte
accidente. ¨Iba hacia Maracay a visitar a la familia de un conocido, quise
dejar a mis hijos con mis padres porque el viaje era largo. Cuando estábamos por
llegar, una gandola se desvió de su canal y nos llevó por el medio, mi amigo
murió al instante y aunque yo pude salir del carro tuve quemaduras de segundo y
tercer grado¨.
Después del accidente de su madre, Cindy tuvo que aceptar la ayuda de sus abuelos y tíos
porque su madre, que era la que sustentaba la casa,
ya no lo podía hacer.
Su hermano al cumplir los 16 años empezó a trabajar por la
familia.
¨Mi padre antes de morir no dejaba de trabajar, mi
hermano y mi mamá lucharon por pagar todas las cosas, sentí que tenía que
devolverles de alguna forma todo lo que me han dado. Por eso, he estudiado
mucho, fui la número uno de mi clase en el Colegio Fe y Alegría. Y al tener un buen promedio, y por mis condiciones económicas, me gané una beca con todo
pago para estudiar en la Universidad Metropolitana y hace un par de meses el CVA me otorgó una beca junto a los mejores de la
universidad¨.
Aunque le ha costado mucho decidir si
aceptar o no la beca para irse a estudiar fuera
del país, ha preferido quedarse en Venezuela: ¨Mi familia dio todo por mí, no
puedo irme y saber que ellos están acá.
Creo que si me permitieran llevármelos o por lo menos a mi mamá mi
decisión fuera otra”.
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Muchos venezolanos han tenido que afrontar pérdidas de
cercanos, por su muerte o porque se van
del país en busca de otras oportunidades. Maiquetía se ha convertido en un
lugar más de despedidas que de encuentros. Personas que se van desesperanzadas
por no tener oportunidades en su país, o porque no aguantan la inseguridad o la
escasez. Pero también están los venezolanos que se quedan en el país por sus familiares,
trabajos, estudios, entre otras cosas; que aunque se ven afectados por la
despedida de cercanos se levantan día a día a luchar por lo que quieren con la
esperanza de que todo pronto mejorará.
Dos de estos venezolanos son Aimeé Bolívar y Cindy Figueira,
que han aprendido por sus madres que hay que luchar en contra de las
adversidades, y entre despedidas deciden quedarse en el país en busca de
oportunidades y la construcción de un mejor futuro.
Diolinda Da Silva